viernes, 26 de octubre de 2012

LA ESCUCHA ACTIVA: PARA PODER COMUNICAR EN FORMA EFECTIVA EN LOS EQUIPOS DE TRABAJO



¿Nos comunicamos adecuadamente en las relaciones de trabajo?, ¿cómo podríamos mejorar la comunicación y crear un entorno laboral óptimo de desarrollo?, ¿qué beneficios obtendríamos si fomentáramos ésta habilidad?.
Sólo a través de la comunicación se puede coordinar las actividades de las diferentes partes de las organizaciones y se transmite información acerca de las metas y tareas a desarrollar por los equipos. Así mismo nos permitiría poder acceder a rangos superiores organizativos y hacer llegar a la dirección las propias aportaciones, quejas y sugerencias de los métodos de trabajo.
Nunca nos hemos preguntado qué ocurriría si nuestro jefe o compañero más directo se comunicara con nosotros de forma adecuada entendiendo nuestra manera de trabajar, escuchándonos activamente y dándonos libremente posibilidades y opciones de cambio para mejorar la productividad, el rendimiento, la gestión del tiempo, la integración de los grupos de trabajo, la creatividad, etc. Mantener un contacto directo a la organización con el medio exterior ayudará a mejorar la competitividad y adaptación a los cambios del entorno.

La comunicación se convierte en un proceso dinámico que implica informar e interactuar pero también compartir, dialogar, hablar y escuchar, dar y recibir para transformar las relaciones de trabajo en un clima satisfactorio para los objetivos organizacionales.
Ya es hora de pensar en ello y ponerse manos a la obra, si queremos ser efectivos en nuestro trabajo diario hay que darse cuenta de los hábitos negativos que solemos practicar en la forma de comunicarnos y tomar conciencia de lo que solemos hacer.
La habilidad de comunicación que os sugiero a practicar es la “escucha activa”. En todo proceso de comunicación el saber escuchar es primordial para entendernos y algo que parece tan común hace que sea difícil ya que estamos la mayoría de las veces tan inmersos en nosotros mismos que perdemos parte esencial al comunicarnos, como podría ser, poner en común con los demás ciertas ideas o compartirlas.
Uno de los principios más importantes y difíciles de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar. Existe la creencia errónea de que se escucha de forma automática, pero no es así. Escuchar requiere un esfuerzo superior al que se hace al hablar y también del que se ejerce al escuchar sin interpretar lo que se oye. Pero, ¿qué es realmente la escucha activa?.


La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. ¿Cuál es la diferencia entre el oír y el escuchar?. Existen grandes diferencias. El oír es simplemente percibir vibraciones de sonido. Mientras que escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. La escucha efectiva tiene que ser necesariamente activa por encima de lo pasivo. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona.
Para demostrar interés y compromiso con la persona que intentemos comunicarnos ya sea nuestro jefe o compañero de trabajo, la escucha activa es esencial. Existen 6 hábitos que solemos practicar y que pueden ser muy perjudiciales para la escucha eficaz.
  1. El Impostor: utiliza todos los signos exteriores: asentimiento, contacto ocular, parafraseo. No está concentrado en el otro. Su mente está en otra parte.
  2. El interruptor: no deja terminar al otro, no hace preguntas que aclaren algo, ni pide más información. Está demasiado ansioso por hablar y no presta mucho interés al que habla.
  3. El intelectual: está siempre intentando interpretar lo que dice el interlocutor y por qué. Juzga las palabras del otro e intenta etiquetarlas dentro de su lógica. No suele preguntar sobre los sentimientos o emociones que están detrás del mensaje.
  4. El conector: utiliza las palabras de su interlocutor para iniciar su mensaje. Cuando el otro dice cualquier cosa, el conector le roba el foco de atención y lo cambia a su punto de vista personal, opinión o historia. Sus palabras favoritas son: “…eso no es nada, fíjate en lo que me pasó a mí…”
  5. El refutador: sólo se escucha para hacer una refutación del mensaje del otro. Quiere utilizar las palabras de su interlocutor contra él. Y lo peor es que trabaja en tus argumentos para demostrarte que estás equivocado. Por lo menos, te permite ver otro punto de vista.
  6. El consejero: siempre dispuesto a prestar ayuda; sin embargo, a veces, este comportamiento interfiere con la escucha activa porque no le deja a su interlocutor mostrar sus sentimientos o emociones. No le ayuda solucionar problemas y a veces incluso los minimiza con soluciones rápidas.

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